EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA PARTE 1



 

Introducción

Muchos hablan del Reino de Dios como si fuera solo una experiencia espiritual personal. Sin embargo, el Reino tiene una historia, una manifestación, una confrontación y un Rey. Desde los días de Daniel, Dios reveló que todos los reinos humanos caerían, y solo uno permanecería para siempre: el Reino de Dios. Este Reino no vino con ejércitos ni política, sino a través de una Roca viva: Cristo.

Historia o Moraleja de la vida diaria

Imagina una ciudad gobernada por cuatro reyes consecutivos. Cada uno prometía más gloria, más poder y más estabilidad. Con el tiempo, todos fallaron, hasta que llegó uno que no vino a ser servido, sino a servir. No llegó con armas, sino con verdad. Ese rey no tenía corona de oro, sino de espinas. A pesar de esto, su gobierno transformó el mundo para siempre. Así fue la llegada del Reino de Dios: no con espectáculo, sino con poder eterno.

Desarrollo del tema

  • A. La visión de la estatua: los reinos del hombre - Daniel 2:31-35: La gran estatua representa el poder humano sin Dios: elevado, impresionante, pero frágil.
  • B. La roca que destruye los reinos humanos - Daniel 2:34-35 / 44-45: Una piedra no cortada con manos destruye la estatua. La piedra es Cristo, el Reino que llena toda la tierra.
  • C. Cristo: la manifestación del Reino - Marcos 1:14-15: El Reino de Dios se ha acercado. - Lucas 17:20-21: El Reino está entre vosotros.
  • D. Un Reino inconmovible y eterno - Hebreos 12:28: Recibimos un Reino inconmovible. - Apocalipsis 11:15: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de Su Cristo.

Conclusión

El Reino de Dios no es una idea, es una realidad. No nació con los hombres, sino en el corazón de Dios, y fue manifestado en Cristo como una roca que derriba los imperios del orgullo humano y establece una justicia eterna. Hoy no adoramos la estatua, ni servimos al sistema del mundo. Seguimos al Rey eterno y pertenecemos a un Reino que no será jamás destruido.

Aplicación a la vida diaria

Esta semana medita en esto:

  • ¿Estoy edificando mi vida sobre los sistemas del mundo o sobre la Roca eterna?
  • ¿Qué reino estoy promoviendo: el mío, el de los hombres o el de Dios?
  • ¿Cristo está reinando verdaderamente en cada área de mi vida?

Renueva tu compromiso con el Reino. Vive con la conciencia de que eres ciudadano de un Reino eterno y actúa como embajador del Rey Jesús.